
Te plantas, pasan las horas e intentas no comerte demasiado la cabeza por diferentes causas, pero es prácticamente imposible. Tienes ese nubarrón gris sobre tu cabeza que no hay manera de alejarlo, ni a perdigonazos y ganas a raudales. No hay manera... Y te mueves de aquí a allá sin ánimo de nada, sin ganas de hablar, sólo con ganas de gritar o de pillar un bate y arrearle al primero que se te ponga a tiro. Porque sí
Pero como siempre, no lo haces. Te lo guardas, lo rumias, te vas más tarde porque "tienes cosas que hacer" y lo sigues rumiando de vuelta a casa.
Mañana será un nuevo día.
¿Seguro?