
Más tarde esas directrices se mantienen pero con una “cara diferente”... “No te conviene ir con esa gente pues lo único que quiere es llamar la atención”. Hay que mantenerse en el redil, no alzar demasiado la cabeza, no salirte del tiesto impuesto a tus pies.
¿Y todo para qué? Para que llegado el momento, salgas al mundo real y no sepas a qué “molde” atenerte, te encuentres con situaciones que te replanteen cada decisión tomada y que, incapaz de olvidar esa forma de pensar, creas que todo paso que vayas a dar será en terreno cenagoso, falso, fuera de lo normal.
Puedes correr el riesgo, adelantar un pie y ver qué sensación te recorre por dentro al hacerlo. O puedes permanecer en la linde, por miedo a lo que puedas encontrar.
El suelo puede quebrarse bajo tus pies, puede que esté lleno de cristales rotos. Pero tal y como se rompe se recompone, tal y como te hiere, sana con el tiempo.
¿Arriesgarse o no? ¿Saber qué es o conformarte con el envoltorio? ¿Intuirlo o vivirlo? ¿Esperar o ponerte en marcha?
2 comentarios:
Excelente postagene!
Gracias por compartirla con nosotros.
Muy bueno, sí señor. Son todas esas cosas que muchos tenemos en la cabeza, pero sin querer entenderlas del todo. Y tú nos lo has dejado todo muy claro y ordenadito.
No sé si tu has encontrado la respuesta a tu propia pregunta, pero yo todavía estoy en ello. No quiero quedarme dentro de ese molde, pero la otra opción viene siendo algo más complicadilla.
Bueno, hoy no quiero darle vueltas, así que recuérdame otro día que retome esta meditación... jeje
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