viernes, 27 de junio de 2008

Begiradak

Hace tiempo tuve una época en la que escribía relatos cortos de cerca de un folio de largura. El escuchar una canción, haber visto algo en la calle, una palabra pedida al azar a alguien... eran el detonante del torrente de palabas que conformaban el escrito. Los tenía algo abandonados hasta hoy, que los he redescubierto mientras indagaba por el ordenador. Ya que no tengo ninguno nuevo, y no se me ocurre nada mejor con lo que abrir hoy una entrada -ejem-, os dejo aquí uno de aquellos relatos que hice. Se llama "Begiradak" (Miradas). Espero que os guste ;)



Begiradak

Vivimos en la era de las grandes tecnologías, de las comunicaciones a gran escala y distancia, del estrés, de las prisas.
Es la era de las palabras. Palabras sinceras, vacías, llenas de vitalidad, carentes de sentimiento.
Esa es nuestra época. Y no me gusta; prefiero otra. La de las miradas.
¿Por qué? Porque no mienten, no engañan, están llenas de vida, de silencios, de uno mismo.
¿No la conoces? Déjame pues que te la muestre.
Imagina que estás paseando por una de las calles más concurridas de tu ciudad. Caminas como has hecho otras tantas veces dirigiendo tu vista hacia aquellas tiendas que atraen tu atención. Te detienes por unos instantes en una, has visto unos vaqueros que te gustan. Mmm demasiado caros para tu bolsillo. Te giras sin perderlos de vista chocando de frente con alguien. Pierdes el equilibrio pero no caes al suelo, alguien te ha sujetado a tiempo. Con el color ausente en tus mejillas, te incorporas no sin cierta vergüenza y duda en tus movimientos. Volteas tu rostro encontrándote con el suyo.
- Gracias- consigues articular suavemente. Acompañas tus palabras de una sonrisa.
- No hay de que- mueve ligeramente la cabeza acompañando sus palabras. Pero no haces caso de su voz, no diriges tus ojos a sus labios, si no a sus irises café. Son a penas unos segundos en los que os conocéis. Sí, con un simple cruce de miradas sabes más de él que lo que podría jamás decirte. Es curioso el escalofrío que recorre tu cuerpo cuando su mano abandona tu brazo.- Adiós...- retienes las ganas de ser tú ahora quien sostenga su brazo y le obligues a mirarte. Quieres volver a sentirlo, ese... cúmulo de pensamientos y sentimientos ajenos a ti pero de los que has sido partícipe gracias a ella... a esa mirada... a esa sencilla y sorpresiva mirada.
Dime ahora, ¿qué prefieres; tu era o la mía?

1 comentario:

Bayadère dijo...

Sin duda alguna la tuya. Aunque como tú misma dices, es "complicadillo" toparse con ella, cuando lo consigues, es un momento que se disfruta, que te hace sonreir, así sin mas... Es como cuando, tras muchos meses de comprar el chocolate más barato del súper, te regalan una caja de bombones realmente caros... Grandes momentos, si señor.
Oye, muy bonito el relato chiki, escribes muy bonito!!