domingo, 29 de junio de 2008

Déjà vu?

No sé si sacando del baúl de los recuerdos, viejos relatos, tentaré a la musa... Pero, me apetece colgar aquí este relato que escribí con motivo de un concurso y al que me presenté (que no gané obviamente). Fue la primera vez que me lancé a la piscina, literaria por así decirlo, con no mucha suerte pero, ¿alguna vez tenía que ser la primera no? Bueno, dejo de liarme la manta a la cabeza. Aquí os dejo Déjà vu?


Déjà vu?
Miró el calendario dejando que el rojo carmesí de la fecha señalada se grabara en sus retinas. Otro domingo más.
Dejando a un lado por un momento lo que tuviera en la cabeza, terminó de secar la fuente de cristal guardándola en la última repisa del armario de la izquierda. Cerró la pequeña puerta blanquecina con su mirada fija en el exterior. Desde donde se encontraba, podía ver con claridad la orilla de la playa, la espuma de las olas intentando prolongarse en un vano intento de ir más allá.
Y como siempre, allí estaba ella.
Un leve trueno en la lejanía hizo que reaccionara saliendo fuera de la casa, cogiendo de camino la manta a cuadros rojos y verdes, regalo de su último cumpleaños.

- ¡Mamá!- Le gritó por encima del leve vendaval que comenzaba a formarse.- ¡Te vas a enfriar!- Pronto la calidez de la prenda cobijó su espalda ayudándole a postergar por unos minutos más la hora de regresar al sofá de la sala.
- Hija, no tengo 5 años…-Le recriminó la mujer de cabello canoso uniendo sus manos en lo alto de su pecho, sujetando así las puntas de la manta.- Sólo quería ver la puesta de sol…- Ayudada por la joven se sentó en la arena contemplando la fina línea que separaba el basto azul del mar del oscuro rojizo crepuscular del cielo.
- ¿Me haces un hueco?- Una sonrisa cómplice se dibujó en sus labios mientras tomaba asiento en la arena junto a su madre; quien acostumbrada a esa situación, la cubrió, protegiéndola del creciente fresco noctámbulo.- Gracias.- Un sutil beso en su mejilla y pronto sintió la calidez y el peso de su cabeza descansar en su hombro, sus brazos entrelazados, sus miradas ausentes fijas en un punto común de la lejanía.
- Hacía mucho tiempo que no veíamos el anochecer juntas.- La mirada de la anciana permaneció fija en el mar ajena a la repentina ausencia de brillo en los ojos de su primogénita.- Tenemos que repetirlo más a menudo, ¿no crees, Lierni?- Esa sonrisa harto estudiada a fuerza de constantes y similares situaciones, la libró de tener que formular una respuesta excusándose por descuidarla tanto.- Adoro el olor que precede a la lluvia.- Sus ojos se alzaron hacia el cielo oscurecido advirtiéndolas de la tormenta que se avecinaba. Unos segundos… A penas unos segundos más tardó en descender la mirada hacia su madre, tiempo suficiente para que su enemigo silencioso hiciera acto de presencia, llevándosela de su lado. Una sonrisa cortés, cansada, curiosa, ávida de saber fue su tarjeta de bienvenida.- ¿Sabes?- Las arrugas de su mano sobre su mejilla se lo confirmaron- Me recuerdas mucho a mi hija Lierni…- Ya no era ella, otra vez esa máscara que le opacaba la memoria, dejándola ciega de pensamiento y recuerdos.- Tengo que ir a hacer la cena…-El desgarrador zumbido de los truenos acortando distancias silenció el pausado sonido de sus pies sobre la arena, alejándose de ella, de su pasado… De sus recuerdos una vez más.

Espero que os haya gustado txikis, cualquier opinión será bien recibida! Un musu y que tengáis un buen fin de semana :)

1 comentario:

Bayadère dijo...

Ya te lo he dicho, precioso y muy, muy conmovedor. Sabes relatar con mucha ternura la triste realidad que sufren muchas personas. Felicidades, aunque aquellos insustanciales no te diesen el premio. De verdad, lo merecias. Felicidades